La línea A de subterráneo de buenos aires llega a la estación terminal. Al descender del vagón lleno de pasajeros anodinos en hora pico, sobre el andén percibo que hay unos hombres vestidos con trajes negros, lentes negros y audífonos negros, que están esperando parados en diferentes partes del lugar. No suben al tren recién llegado, sólo observan a la gente pasar. Como si buscaran a alguien.
Al día siguiente lo mismo. Otros hombres de negro pero con la misma actitud observadora.
Los miro profundamente con la intención inútil de "sacarles la ficha".
Al otro día nuevamente sucede lo mismo.
Hoy ya no los veo. Son parte del paisaje. Son parte del decorado de mi rutina. Me convertí en un ser anodino también.
La paranoia se detiene.