Acecho

Cuando era muy chico, escuché a mi otro tío en una reunión, relatando algo que le sucedió en su adolescencia.
Salía a bailar desde Lomas del Mirador rumbo a Ramos Mejía un sábado a la noche. Una cuadra antes de llegar a la parada del bondi, mirá al cielo y ve a una señora asomada en una terraza observándolo. Si bien se sorprendió y lo inquieto esa presencia, siguió su rumbo.
Una vez ya en el bondi, 5 minutos antes de llegar a Ramos Mejía, ve en un esquina a la misma señora observándolo fijamente pasar.
Ahora si estaba asustado.
Luego de 5 minutos, llegó a destino, se encontró con amigos, se desarrolló una noche de diversión y el miedo se disolvió como heroína en una cuchara.

A la vuelta, un rato antes del amanecer, baja del bondi en su parada de Lomas del Mirador, camina una cuadra y mirá hacia la terraza donde estaba la señora y recuerda todo. Pero la terraza está vacía.
Camina unas cuadras más hasta su casa y antes de llegar a la puerta (casi un cuadra antes), alcanza a divisar a la señora frente a su casa observándolo nuevamente.
Sale corriendo desesperadamente y no recuerda nada más.