La habitación

Telarañas arriba.
Barro en el suelo.
A un costado, maderas rotas.
Del otro una silla vieja de madera y una maniquí femenino.
Nada por detrás y nadie por delante.
Solo.
Las paredes descascaradas.
Ventanas rotas.
Una puerta al fondo cerrada con miles de trabas viejas.
Todo tiene una tonalidad amarronada.
Se escucha un zumbido leve pero tenso.
Se mantiene siempre en el mismo volumen pero su monotonía infinita lo hace intenso. Enloquecedor.
De repente algo golpea la puerta del otro lado. Un golpe seco. Como con la palma abierta de la mano. Un sólo golpe.
Solo.
Luego se escucha un sonido grave de algo que se va aproximando.
Es cada vez más alto.
Se acerca.
Cada vez más.
Cerca.
Ya viene.
El sonido es tan grave que parece algo enorme.
Gigante.
Colosal.
Aplastante.
Ya llega.
En unos instantes derribará la vieja puerta trabada.
Se produce un gran estruendo.
Se va a negro por corte.